Desaparecido desde el 7 de julio pasado, el cuerpo descuartizado de Néstor Smud, un comerciante rosarino de 69 años, fue hallado el domingo a la vera de la autopista que une Rosario con Santa Fe.
El presunto homicida, conocido de la víctima, confesó el crimen y reveló el lugar en el que había dejado los restos, divididos en siete bolsas.
A la Policía le dijo que se trató de “un accidente” ocurrido en su departamento, el mismo día en que Smud fue visto por última vez.
Smud era contador, pero hace muchos años decidió dedicarse al comercio. Estaba casado y con su mujer atendían un local céntrico dedicado a la venta de bijouterie.
Tenía dos hijos, un varón y una mujer.
Uno de ellos, Diego, aceptó ayer hablar con Clarín y aseguró que espera la máxima pena para el culpable del crimen.
“A mí no me interesa que esto sea una noticia. Sí espero que se resuelva el caso y que le den la pena que se merece, que es la más alta. Secuestro extorsivo seguido de muerte, y encima con ensañamiento.
Debería ser triple cadena perpetua”, reclamó el joven.
El muchacho aseguró que su papá nunca les había hablado de su amistad con la persona que está detenida.
Desmintió además que sus padres tuvieran una posición económica holgada. “Mi viejo era muy laburante.
En algunos lados ponen empresario y a mí me causa gracia. Son (por sus padres) laburantes que la pelearon mucho para poder tener cada centavo, para estar al día”, aseguró.
El joven se mantuvo firme y sereno al hablar del caso.
Pero se quebró cuando recordó a su padre.
“Lo recuerdo con todo el amor que puede tener un hijo hacia un padre que le dio todo lo que le podía dar.
Mi viejo nos enseñó a ser laburantes, responsables, honrados y justos.
No se merecía morir así.
Le quedaban varios años por disfrutar de su familia”, comentó.
Smud desapareció cuando iba camino a su negocio. La mujer lo llamó al celular.
Una voz desconocida le dijo que el hombre “tomó el remís equivocado” y que si lo quería volver a ver debía pagar 20.000 pesos.
A la noche recibió un llamado en su casa en el que insistían con el pedido. Fue la última comunicación.
El fiscal del caso, Guillermo Apanowicz, aventuró ayer que “está totalmente descartada la hipótesis de un secuestro extorsivo”.
Los investigadores creen que el contacto pidiendo dinero intentó confundir, y que cuando se produjo el primer llamado Smud ya estaba muerto.
El detenido, de 54 años, es un desocupado que hasta hace un tiempo manejaba un taxi y que vivía apenas a cuatro cuadras de Smud, en el macrocentro de Rosario.
Habían iniciado hace poco tiempo una relación de amistad.
No está claro aún qué sucedió en el departamento que habitaba el detenido, en Salta al 2300, donde se produjo el crimen.
En el domicilio del imputado se secuestraron dos armas de fuego, aunque se espera el resultado de la autopsia para determinar las causas de la muerte.
El detenido dio detalles macabros: mantuvo el cuerpo en el baño tres días, y luego lo descartó en partes.
No ofreció motivos de lo sucedido.
Nada dijo acerca de si tenía problemas con Smud o si se trató de una maniobra con la que pretendía extorsionar a la familia, como se especuló al principio.
La Justicia se inclina por pensar que hubo una motivación personal.
Un cruce de llamados y el aporte de testigos permitió llegar el viernes al departamento del presunto homicida.
El domingo, en la celda donde esperaba ser llevado al tribunal, el hombre se autoinflingió heridas con un hierro.
Camino al hospital le confesó lo sucedido a la Policía.
“Dijo que no aguantaba más. Se quebró”, comentaron los investigadores del caso. Allí reveló detalles macabros que permitieron encontrar el cuerpo de Smud después de 21 días.
(Clarín)
